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Egresados de la UTM consiguen 10 millones para Inalim en Shark Tank México; su empresa elaborar salsas de chapulín

Yanin Alfaro/ENTREPRENEUR STAFF

Lo que empezó como un proyecto escolar hace más de diez años es ahora una empresa que ha recibido de las mayores inversiones en la tercera temporada de Shark Tank México. Se trata de Inalim, dedicada a elaborar salsas a base de chapulín.

Roberto Pérez Hernández y Hugo Sandoval Bolaños, fundadores de Inalim, lograron convencer a los tiburones Carlos Bremer y Rodrigo Herrera de invertir 10 millones de pesos por el 30% (5 millones en capital y 5 millones en crédito).

Luego de internarlo dos veces antes, los emprendedores oaxaqueños consiguieron estar en el programa de Shark Tank tras recibir el apoyo del Instituto Oaxaqueño del Emprendedor para ser candidato a presentar su proyecto.

Estando ahí, según Roberto, lo que más les llamó la atención a los tiburones fue el plan de proyección y su objetivo de triplicar sus ventas actuales, para lo cual utilizarán los recursos que recibirán de Bremer y Herrera.

Y es que Inalim ha facturado 28 millones en 2017 y en lo que va del año llevan un incremento del 30% en ventas. Además están trabajando un proyecto con la segunda empresa más grande alimentos en el mundo con la que harán un cobranding. “Eso nos va a dar mucho impulso, y el tema de los tiburones mucho más”, dice Hugo en entrevista con Entrepreneur en Español.

El objetivo es incrementar 5% la utilidad operativa y duplicar las ventas con respecto del año pasado para finales de 2018.

En su planta en Oaxaca, Inalim es capaz de producir 100 toneladas de salsa al mes, aunque la capacidad máxima es de 200 toneladas.

Con esto, ambos emprendedores se siente satisfechos de impulsar la agroindustria en Oaxaca, donde aún no se encuentra desarrollada. Sus 70 empleados han sido clave para lograrlo.

El chapulín, un ícono

Los ingenieros en alimentos por la Universidad Tecnológica de la Mixteca no han parado desde 2005 cuando comenzó este proyecto de manera formal, pues la idea inicial surgió en el año 2000 mientras estudiaban la carrera y tuvieron que hacer un proyecto para la asignatura Desarrollo de nuevos productos, el objetivo entonces era estudiar, aprovechar y distribuir productos alimenticios basados en insectos comestibles y en la gastronomía mexicana.

De ahí fue que surgió el estudio del chapulín, un ícono gastronómico de Oaxaca, dice Roberto. Y “en 2005 empezamos a distribuir nuestros productos en todo el estado desde un pequeño departamento que le rentábamos a la mamá de Hugo”, recuerda el emprendedor.

Por más de diez años, Inalim ha podido crecer con ayuda del gobierno oaxaqueño y de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

De Oaxaca para el mundo

Al inicio, cuentan los emprendedores, Inalim comenzó a trabajar con tres sabores: ajo, adobado y limón. En ese momento, la demanda los llevó a deshidratar los chapulines para que tuvieran una vida más larga en anaquel, pero ese proceso hacía que los insectos perdieran sus patitas cuando se secaban.

“El chapulín es muy caro por kilo y las patas caídas representaban del 30 al 35% del peso total de estos insectos”, explica Hugo. Fue así como decidieron aprovechar esas patitas y crearon dos productos: la salsa de chapulín y la sal de chapulín.

En ese entonces, fueron de los pioneros en productos industrializados a base de chapulín. Pronto los productos comenzaron a venderse con frecuencia, por lo que la creación de un tercer producto para acompañar las salsas parecía lógico: los chilaquiles.

La empresa prácticamente divide sus productos en dos: salsas e insectos (chapulines y gusano de maguey) en diversas presentaciones, explica Hugo.

Actualmente los consumidores pueden encontrar los productos de Inalim en tiendas departamentales y autoservicios a escala nacional, por ejemplo, en Walmart, Chedraui, La Europea y Liverpool.

Y los chapulines de Inalim no sólo se distribuyen en México, sino también en algunas tiendas de Canadá, Inglaterra y Estados Unidos. Fue la primera empresa con certificación para exportar insectos, dicen los emprendedores.

Para esto, aseguran, han “pulido sus procesos, pues la calidad es fundamental para salir al mercado internacional”.

“Ha sido un camino difícil porque ha sido de mucha inversión y pocos resultados en comercialización. Le hemos apostado a la calidad y eso nos ha hecho brincar en escalas”, comparte Hugo.

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