En 2017, el Banco Mundial aprobó un enorme crédito para llevar a cabo MAS Oaxaca, proyecto que mejoraría el sistema de agua potable en ese estado del suroeste mexicano. Hoy, el gobernador Alejandro Murat presume los resultados como uno de sus mayores logros, pero oculta que el financiamiento fue cancelado, que su gobierno entregó obras inconclusas, mal hechas, pagos indebidos y que, incluso, contrató empresas fantasmas
Texto: Renata Bessi y Santiago Navarro F. / Avispa Midia*
Fotos: Santiago Navarro F.
Son las 3 de la madrugada. Un ruido extraño toma por asalto a Iván Ruiz, un joven de 18 años que vive con su madre. Ambos se levantan asustados y se percatan de que por los contactos de luz salen chorros de agua. Se quedan sin energía eléctrica y todo está obscuro. Iván siente miedo y rabia, pero comienza a grabar con su teléfono. El agua empieza a encharcar su casa, que está en las faldas de la famosa zona arqueológica de Monte Albán, a veinte minutos del centro de la ciudad de Oaxaca. Junto con él, al menos una docena de familias denuncian la misma.
Los escurrimientos provienen de una red de tuberías construida recientemente con recursos que son parte de una deuda millonaria que el gobierno de Oaxaca adquirió con el Banco Mundial. El préstamo fue de 55 millones de dólares y beneficiaría a 19 municipios a través del Programa de Modernización del Sector de Agua y Saneamiento del Estado de Oaxaca (MAS Oaxaca). Esta es la primera vez que el estado recibe recursos directamente de un financiador internacional sin recurrir a la intermediación del gobierno federal.
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