• Lun. Dic 16th, 2024

Con mural comunitario, rinden homenaje a Chonita

**Dar lo mejor que uno mismo y confiar en Dios, es lo mejor que podemos hacer**

NATHALIE GÓMEZ/@Nathalie_fx

Huajuapan de León, Oax.- Con un mural colectivo, Asunción Vásquez Cruz, Chonita, fue homenajeada por habitantes de la agencia Santa Teresa, perteneciente a esta ciudad, quienes con eso le agradecen el apoyo que ha brindado a la comunidad, además del cariño que da a la gente que la rodea.

A sus 90 años, tiene la satisfacción de haber donado los terrenos para la agencia, la escuela, encabezar la construcción de la agencia y donar parte del terreno para el campo deportivo, a pesar de venir de una familia muy humilde.

Nació el 15 de agosto de 1928, se crió en el barrio de Esquipulas, luego con su familia se mudó a la agencia Vista Hermosa.

Reconoce que viene de una familia muy humilde pero a la que le gustaba mucho el trabajo. Aprendió a coser ropa a los 12 años de edad, a veces les encargaban varios vestidos para una boda o XV años, pero su mamá le guardaba sus ganancias.

Se casó a la edad de 15 años con Federico Oropeza Rojas, y al hacerlo, su madre le dio todo lo que había ganado mientras estaba en su casa trabajando, “me dio puro 720”, señaló, pues era la moneda de esa temporada, a raíz de lo cual se mudó a Santa Teresa.

“Anteriormente, en Santa Teresa había un centro azucarero que daba vida como a 500 personas, cuando yo me casé ya no podía coser porque tenía que cuidar a mi hija la mayor, así que aprendí a hacer pan y lo venía a vender a la hacienda”, compartió.

TRABAJANDO CON EL CORAZÓN

Recuerda que comentó a trabajar con poquito pan pero muchas ganas, con dos kilogramos, hasta que llegó a trabajar en sus dos hornos nueve o diez bultos diarios de harina para ir a vender al mercado Porfirio Díaz, del centro de Huajuapan.

También iba a vender sus panes a algunos pueblos, a Santos Reyes Tepejillo, a Santa María Tindú, San Agustín Atenango, Santo Domingo Tonalá, San Pedro Yodoyuxi, entre otros, donde la gente la recibía muy bien y era tan querida que la invitaban a comer, reconoce “a mí no me hizo falta nada, nunca, en el camino”.

En el mercado, al principio llegaba y se colocaba en un pequeño espacio, para vender pan de Huajuapan porque todo el que se vendía en ese entonces era de fuera, de Tamazulápam del Progreso.

Siempre le ha gustado ahorrar, así que cuando tuvo la oportunidad, compró un puesto y luego otro porque por fortuna, el pan le gustaba a la gente y vendía mucho.

Eso permitió que pudiera sacar adelante a sus cinco hijas y dos hijos; Eva, Celia, Rosita, Eloína, Gloria Javier y Gonzalo. Todos aprendieron a hacer pan.

En Santa Teresa hay actualmente alrededor de 10 hornos de pan de toda clase, pastelerías, y desde hace tres años se dedica completamente a vender comida, para lo cual dedica desde las 6:00 horas hasta cerca de las 20:00 horas.

Exactamente frente a la agencia, vende almuerzos y comidas típicas de la región como el chileajo de puerco, huevos al comal, salsa de huevo, de chicharrón, cecina, huevos escondidos (de su autoría), salsa de ajonjolí, de cacahuate, de huaje.

También hace mixiotes, chiles rellenos, mole dulce, frijoles martajados y otros platillos para fiestas o eventos especiales, y con las personas que la ayudan, prepara jamoncillo.

Fue la comida precisamente la que le permitió ayudar a la comunidad. Doña Chonita recuerda que cuando llegó a vivir a Santa Teresa, aproximadamente en 1945, no había una iglesia.

COMIENZA EL TRABAJO COMUNITARIO

“Mis deseos eran que hubiera una iglesia acá, una escuela, la agencia, por eso doné el terreno para la agencia, para la escuela y parte del campo deportivo, lo de la iglesia nos costó más, porque tardamos 14 años en construirla”, explicó.

Consciente de que un día de venta de pan no era suficiente, hizo una cazuela de mole, chileajo, tortillas, y se fue a sentar bajo un árbol de mezquite a vender, logrando ese día reunir 500 pesos el primer domingo.

“El segundo domingo llevé más y lo vendí y como vi que se vendía bien, empecé a limpiar ese pedacito y a seguir vendiendo, y todo eso era para la iglesia”, apuntó.

Además, hubo donaciones de material muy importantes, como la de Samuel Rosales Olmos, que en paz descanse, quien le apoyó con cemento en tanto ella daba de comer a los albañiles y con lo que se recababa de la venta de comida, se les pagaba y se adquiría el resto del material.

En tanto, las autoridades municipales de ese entonces le prestaron unos vehículos porque en Zapotitlán Palmas le regalarían grava y arena, y con ellos se trajo ese material, poniendo ella la comida, el combustible y los chalanes.

“Cuando se acabó el dinero salí a pedir ayuda, en una tarde me junté como 8 mil pesos y así fue como terminamos”, señaló.

Aclaró que no fue un logro suyo solamente, pues hubo compañeros que se integraron a un comité y con quienes trabajaba aunque se quedaron a medio camino y ella continuó con la coordinación porque no se hacía a la idea de dejar la iglesia a medias, la cual se terminó hace alrededor de 22 años.

AYUDA Y CONFÍA EN DIOS

“Me gustaba tener animales, tener puercos, gallinas, vacas y trabajar, cuando se me apareció la oportunidad de comprar un terreno, vendí unos animales y con lo que tenía ahorrado, compré de la esquina donde está un hotel, hasta la iglesia, de ahí para arriba había otro terreno, lo compramos también y pues es la comida la que gracias a Dios me ha ayudado”, dijo.

Revela que para ella no ha sido difícil ayudar en su comunidad ni hacer que la gente la apoye en esta labor, porque siente el cariño de la gente y aun cuando su marido falleció hace 18 años, siguió con su trabajo porque no podía quedarse en su casa llorando o durmiendo.

No obstante, reconoce que su esposo no la pudo ayudar mucho en las gestiones y trabajo comunitario porque él le ayudaba más en la casa, con sus hijos y el cuidado de los animalitos que tenían.

Ella dedicaba dos días para la iglesia, sábado y domingo, y de lunes a viernes trabajaba con su pan, hacía chocolate, pasta para mole, considera que organizándose, la gente puede darse tiempo para estar pendiente de su casa y hacer labor comunitaria.

Ayuda, porque está segura de que entre más apoya, más recibe así que dijo sentirse contenta con la voluntad de Dios, “porque es quien dispone todo, hay que tener la confianza en él y no nos falta nada”.

“Hay gente que no apoya porque es desconfiada de la voluntad de Dios, pero dice el dicho que el que da de lo que come, come de lo que dé, yo le regalaba su bolsita de pan a alguna persona, si me decían que no tenían dinero, no importaba, yo les ayudaba y así ellos en ocasiones me daban mis tortillas, mis refrescos, me acompañaban y sacaban hasta que pasaba en zonas peligrosas cuando iba a las comunidades”, dijo.

A nueve décadas de vida, agradece a Dios que no tiene ninguna enfermedad y que tiene muchas ganas de trabajar, pues aunque todos sus hijos la apoyan y le han sugerido que ya no trabaje ella dice: “¿Qué me quedó a hacer en mi casa?”

Entre nietos, bisnietos y tataranietos, doña Chonita tiene alrededor de 90, más los que se han sumado porque en la comunidad, por las aportaciones que ha hecho, su carácter y del cariño que brinda a los demás, la mayoría de los niños de Santa Teresa se refiere a ella como “abuelita”.

MURAL EN SU HONOR

Geovanni Ríos Castro, artista plástico del taller Abrojox de esta ciudad, es la persona que coordina en Huajuapan la elaboración de murales que forman parte del programa denominado La cultura vale, cultura en tu comunidad; promovido por la dirección general de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, de la Secretaría de Cultura federal.

Mencionó que al principio le habían sugerido hacer un mural pero él quiso que la comunidad participara, y los habitantes de Santa Teresa decidieron que fuera la imagen de doña Chonita.

Las autoridades auxiliares de Santa Teresa, encabezadas por Héctor Daniel García Cabañas, dijeron que en la agencia hay muchos elementos característicos de la comunidad pero decidieron empezar por rendir homenaje a una gran señora que ha apoyado mucho.

Ella aparece con una cazuela grande, de barro, de la cual salen flores y aves de muchos colores, como un símbolo de que Chonita ha generado vida, esperanza, ilusiones a través de su trabajo; además del maestro Geovanni Ríos, participaron niños y niñas de la comunidad.

Guillermo Círigo Villagómez, jefe de la Unidad Regional de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, dijo que esta es una forma de reconocer el trabajo e 14 años al frente del comedor comunitario para hacer la iglesia, la donación del terreno de la agencia, para el predio de la escuela, de la cancha de futbol.

“Es una persona a quien toda la comunidad la ve como un tesoro viviente, quien merece todo el reconocimiento por lo que da, lo que comparte, incluyendo su cariño”, apuntó.

La presentación de este mural se engalanó con la presencia de Sandavi Ensamble, quienes interpretaron melodías de don José López Alavés, autor de la Canción Mixteca, otras melodías como Dios nunca muere, además de una polca y una chilena.

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