Patricia Briseño/ foto: Saúl Salazar
OAXACA, Oax. Una vez ungido como presidente constitucional, Andrés Manuel López Obrador recibirá el 1 de diciembre el bastón de mando de manos de un representante de los 68 pueblos indígenas de México.
En 417 de los 570 municipios que conforman Oaxaca, regidos por usos y costumbres, llevan a cabo la ceremonia de entrega del bastón del mando a las autoridades constitucionales.
El relevo del cabildo va acompañado por una ceremonia oficial de orden administrativo, y otra religiosa en la que el consejo de ancianos (caracterizados) entregan el bastón; un ritual de acuerdo con la tradición indígena, independiente de las disposiciones legales que hay al respecto.
Antes de recibirla, la vara se lavó y bendijo en misa, posteriormente, se le hace una “limpia” para proveerla de buenas “energías”.
“La ceremonia tradicional de bendición y entrega de bastón de mando es un compromiso público con la cosmovisión y forma de organización comunitaria. Es un acuerdo -de facto– que acepta la normatividad interna y los designios de la asamblea del pueblo”, explicó el encargado de Sistemas Normativos Indígenas del Instituto Estatal Electoral, Hugo Aguilar Ortiz.
“El bastón es un símbolo de respeto a la aceptación del cargo, pero no es un bastón de mando, –en el sentido estricto– porque nadie manda; la que manda es la asamblea del pueblo”, refirió. Al sujetar el bastón de mando, el presidente municipal tiene presente que trae el poder otorgado por el pueblo.
Cuando alguna autoridad de alto rango, como el gobernador, llega a una comunidad indígena recibe el bastón como símbolo de poder, confianza y respeto.
Los antecedentes de la vara de mando, según los registros de los pueblos mixtecos, Ñuu Savi, “representan el buen gobierno de los pueblos”, expuso la doctora Carmen Cordero Avendaño, experta en el derecho consuetudinario. “El bastón o vara de mando es un símbolo, sintetiza una variedad de conceptos relacionados con las formas de gobierno; es un mandato de gobierno en sí mismo”.
La entrega del bastón es motivo de festividad y ceremonia por el recibimiento de las nuevas autoridades nombradas por usos y costumbres en la región Mixteca, pero también en el resto de los pueblos indígenas de Oaxaca.