- La diva mexicana impregnó de estilo su espacio más personal gracias a objetos de coleccionismo y una estética ostentosa.
María de los Ángeles Félix Güereña alcanzó la fama mundial simplemente como María Félix o bajo el seudónimo de La Doña. Las 47 películas que estelarizó, sus cuatro matrimonios, una personalidad fuerte y una belleza inigualable la llevaron a convertirse en el rostro del cine de oro mexicano y posteriormente en un mito. Y en esa figura de leyenda hubo cabida para un estilo único, hasta en la más íntima de sus facetas.
Por eso no resultó raro que su vida privada pronto se volviera pública. La personalidad de María quedó plasmada en cada detalle de su vida, incluidas sus casas.
En varias oportunidades la actriz mostró esos espacios a periodistas: a Vicente Leñero, la casa de Polanco; en televisión, la de descanso en Cuernavaca, e incluso para la revista LIFE se dejó fotografiar con su hijo Enrique Álvarez Félix. Pero ¿cómo eran realmente esos sitios? En diversas ocasiones contestó: “yo soy mi casa”, en clara referencia a que su imagen conocida en público había permeado hasta las paredes de las habitaciones.
Además, definió su interiorismo: amante de las antigüedades, fanática del siglo XVIII, la pintura y la porcelana, con gustos por lo insólito, lo extravagante y por piezas únicas que no tuviera nadie más. El resultado fueron ambientes siempre recargados, en los que se mezclaron estilos, texturas y hasta colores, casi como piezas de museo y con un alto sentido del coleccionismo.
Aquí repasamos esos sitios en los que vivió María Félix, y que sin duda son únicos como el personaje de La Doña.
La casa de Hegel 610, Polanco.
Esta mansión se construyó en 1956 cuando la actriz se casó con el francés Alexander Berger, en un terreno de más de 400 metros cuadrados. Más que el diseño arquitectónico, atribuido a Mario Pani, pero nunca comprobado, lo que destacó fue la decoración interna, en la que cada una de las partes fue siempre el lujo y la extravagancia. El dormitorio, por ejemplo, tenía una cama en plata hecha por Diego Rivera y tapicería de seda. En el baño, la tina era una pieza antigua en forma de concha de mármol de carrara, y se incluían grifo y piletas de oro, así como piezas de porcelana de Jacob Petit.
En tanto, el amplio recibidor en planta baja estuvo decorado con los diversos cuadros de la actriz pintados por artistas nacionales e internacionales. “Cuadros de María en ésta y en aquella otra pared. María pintada por Leonora Carrington en un tríptico milagroso. María amazona y María con una serpiente enrollada al brazo izquierdo por Leonor Fini. María con un corazón de llamas ardiendo según Sofía Bassi. Una madre mexicana enrebozada (Diego Rivera 1948) amamanta a su hijo en la pared principal de la sala ¿también María?… y un poco más allá, en el comedor provenzal, los pinceles de 1964 de Lepri transformaron a María en ave, en mariposa, en pistilo vegetal que se asoma a un jardín alucinante”, describió Leñero en una entrevista que publicó de María y su casa hacia la década de los setenta.
A la muerte de la actriz, en 2002, el inmueble fue heredado por el asistente de Félix, Luis Martínez de Anda, quien, a su vez, lo vendió en 2012 y en donde se construyó un desarrollo de departamentos.
En cuanto a los objetos, muchos de ellos fueron subastados en 2007 por la casa Christie’s en un total de 7.3 millones de dólares. Los más de 600 lotes de aquella puja incluyeron muebles, obras de arte, colecciones de porcelana, ropa de alta costura y joyas.
La Casa de las Tortugas, Cuernavaca
Destinada a ser una casa de descanso en la época del matrimonio con el pintor ruso Antoine Tzapoff, se trata de un inmueble construido al estilo de las villas italianas, en el que destacan tres plantas y una terraza con vistas a un amplio jardín y más allá a la ciudad.
Como su nombre lo indica, abundaban los reptiles: desde el pórtico, donde recibía una tortuga en piedra de cantera; otras más en un vitral multicolor; más tortugas en el fondo de la alberca, en mosaico veneciano, y hasta en el pasamanos del barandal de la escalera a base de pasta y con los caparazones de dichos animales. Pero también destacaban alfombras persas, candiles de baccarat e infinidad de plata. “Tengo la enfermedad de la plata”, dijo en televisión la artista cuando mostró aquel palacete.
El departamento en la Plaza Winston Churchill, París.
Hacia los setenta, María Félix pasaba la mitad del año en la mansión de Polanco y la otra mitad en un espacio en París, ciudad que admiraba. Su esposo Alex Berger compró ese departamento ubicado en medio del Sena y del Arco del Triunfo. La diva lo presentó hacia los noventa en televisión como un lugar no terminado: “yo nunca termino mis apartamentos, siempre estoy haciendo algo”.
De la ubicación, destacó la tranquilidad del barrio y la cercanía de comercios como la carnicería o la farmacia: “todo lo que necesita uno para vivir lo tengo en la esquina de mi casa”, agregó.
En cuanto al interior, María explicó que en algún momento estuvo decorado estilo Napoleón III, pero para cuando lo mostró al público, ya estaba arreglado Luis XV. “Aquí en París todo es fácil, vas y buscas las antigüedades y las encuentras. Si tienes un poco de billete y un poco de gusto, se arregla”. En 1998, la propiedad fue finalmente vendida.