“Hoy somos víctimas, pero nunca más. Nunca más vamos a ser las violadas de Atenco”, dice María Patricia Romero Hernández, comerciante que el 3 de mayo de 2006 fue detenida por decenas de policías locales, estatales y federales cuando se disponía a abrir su negocio, ubicado en el mercado Belisario Domínguez, en el municipio de Texcoco, en el Estado de México.
Hace once años y siete meses, policías municipales, estatales y federales fueron desplegados en Texcoco y en el municipio aledaño de Atenco como una estrategia para impedir que floricultores instalaran sus puestos de venta. Fue allí donde detuvieron a Patricia, la golpearon y posteriormente la torturaron y violaron como respuesta al intento que ella y su padre hicieron para impedir que golpearan a su hijo, Arturo, de entonces 17 años de edad.
En estos años Patricia optó por cuidar su salud física y emocional, la de su padre y su hijo; por cuidar de su trabajo y la reconstrucción de su futuro, por esa razón pocas veces se presentó ante los medios pero esta vez decidió hablar con Cimacnoticias de lo sucedido en Texcoco y hacer un paréntesis en su demanda de justicia y reparación del daño para decir que por fin ha regresado un poco de luz a una vida que le fue opacada.
Cuando habla de la luz se refiere a que el pasado 30 de octubre una Sala Unitaria del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México determinó que a pesar de que ella pagó su condena en prisión, la única manera de reparar las violaciones al debido proceso del que fue parte, era invalidando las pruebas que se usaron para condenarla y revoca la sentencia condenatoria. Con ello el Tribunal reconoció su inocencia.
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