- Para las madres y padres la noticia es dolorosa porque se dan cuenta que sus hijos ya no viven, expone el abogado Vidulfo Rosales
Texto: Beatriz García
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
Haber sabido este martes de la identificación genética de Jhosivani Guerrero de la Cruz, uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala hace 80 meses, representa un impacto doloroso para las madres y padres de los estudiantes, porque también se dan cuenta que sus hijos ya no viven, pero, al menos, es una porción de verdad del paradero de los estudiantes, dijo el abogado de los padres, Vidulfo Rosales Sierra.
Este martes el titular de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso de Ayotzinapa (UEILCA), Omar Gómez Trejo, informó sobre la identificación genética del normalista. Explicó que se obtuvo a través de ADN nuclear de una vértebra lumbar que se halló en la Barranca la Carnicería, ubicada en Cocula, la cual no presenta ninguna alteración térmica, es decir, exposición alta al fuego. Sólo presenta, detalló, erosión, por la exposición a la intemperie, al sol, al agua, a la tierra y a la humedad.
Jhosivani quería ser veterinario, le gustaba cazar conejos y venados, como lo documentó el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro. Era originario de Omeapa, municipio de Tixtla, ubicado a 15 minutos de la cabecera municipal. Sus padres son Margarito Guerrero y Martina de la Cruz, a quienes se les ha visto en el movimiento en reclamo de su aparición.
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