Paola De la Rosa
En un mundo en el que la información viaja con tanta rapidez se ha vuelto imposible que las grandes marcas “se inspiren” (como ellos lo llaman) en textiles tradicionales sin que tengan que darles crédito o reconocimiento a los creadores originales. Cada día, los consumidores se vuelven mucho más críticos ante casos de apropiación cultural, exigiendo en todas las denuncias que las marcas que cometen este delito: 1) reconozcan la fuente original creadora del diseño, 2) retiren las piezas de sus tiendas y 3) compensen a los artesanos por reproducir sus diseños sin autorización.
Para los amantes del textil tradicional estos casos son indignantes y son causa de mucho enojo, sobre todo por el daño que hacen a los artesanos.
Para ellos tiene un impacto económico y sentimental, pues los textiles tradicionales cuentan su historia como pueblos indígenas, y en las denuncias siempre alegan que es importante que se difunda también el significado detrás de la pieza,
Los grupos de artesanos que se ven afectados han tenido diferentes reacciones, algunos logran organizarse más rápido, otros se apoyan de diseñadores y personas con las que colaboran para hacer la denuncia pública y otros se han convertido en un movimiento, tal es el caso de la La Blouse Roumaine. Este es un grupo que tiene como objetivo defender esta prenda de todas sus copias.
Por favor, NUNCA regateen a las artesanas, les aseguró que en la mayoría de los casos, incluso el primer precio que les dan está muy por debajo de su valor real.
También fue importante el caso del plagio de la diseñadora Isabel Marant, quien en 2015 copió la blusa Tlahui, originaria de Tlahuitoltepec, Oaxaca.
La denuncia de este caso por la cantante mexicana Susana Harp se volvió viral y tuvo como consecuencia que la blusa original aumentara en un 300% su precio, beneficiando muchísimo a las artesanas.
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