NATHALIE GÓMEZ/@Nathalie_fx
Huajuapan de León, Oax.- “Ha sido un año doloroso en todos los sentidos, moral, físico, psicológico junto con mi familia, pero sigo viva y en espera de una justicia completa”, compartió María Elena Ríos, quien fuera rociada con ácido en su domicilio, en esta ciudad, el 9 de septiembre de 2019.
“Hoy recordé que exactamente hace un año a las 10:00 de la mañana, abrí mi oficina y vi a los ojos a mi agresor, que, por encargo, me vació ácido con la finalidad de matarme, afortunadamente vivo para contarlo, pero tengo muchas sensaciones que aún no puedo dejar de sentir, me duele mucho que mi mamá en un acto de amor, con tal de protegerme también salió herida con el ácido”, confesó ayer.
María Elena compartió que, como familia, en este tiempo se han enfrentado a muchas situaciones, “por fortuna, mi hermana fue muy perseverante, lo sigue siendo y fue quien luchó para que mi caso fuera conocido por la sociedad a través de los medios de comunicación”
Atribuyó a la presión mediática que las autoridades empezaran a actuar, se acercaran a ella y se liberaran cinco órdenes de aprehensión, “pero cuando se va esta presión, se olvidan de ti; ni las llamadas y mensajes te contestan”.
Explicó que eso ha ocurrido con la Fiscalía General del Estado de Oaxaca, quien se comprometió públicamente a ejecutar la última orden de aprehensión, y la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña (SMO), la cual al igual que ella, muchas mujeres saben que existe, pero no se comprende cuál es su función precisa.
“Al igual, las representantes políticas que se tiñen públicamente de color morado y al ponerse un huipil se atreven a mencionar que me están apoyando colgándose una medalla que no les corresponde”.
A 365 días, falta por ejecutar una quinta orden de aprehensión, el proceso legal está varado desde abril por la contingencia por el Covid-19, que propició que los juzgados suspendieran su trabajo.
“Sólo se han logrado vinculaciones a proceso, y para mí, es fundamental que todos los implicados se hagan responsables de lo que me hicieron, no les deseo un mal, pero sí que enfrenten la justicia porque, aunque no me mataron, cambiaron mi vida y la de mi familia por completo”.
El Covid-19 también pausaría su recuperación porque la atención en el hospital no se ha podido reanudar, pero recibe rehabilitación de manera externa.
Confiesa que son procedimientos muy dolorosos en los que vuelve a tener la sensación de cuando le arrojaron el ácido, que le inmovilizan por días, le impiden moverse o sentarse cómodamente al intervenir su piel.
“Yo quiero seguir adelante y luchar para quedar lo más parecida a lo que era antes, por lo pronto tengo que echarle muchas ganas, por eso toco mi saxofón que es una parte fundamental para que me sienta bien emocionalmente, porque tengo secuelas graves en la cara y el cuerpo, pero gracias a Dios puedo tocar mi instrumento”, dijo la joven de 27 años.
María Elena no puede ni pensar en una meta a futuro, porque los planes que tenía quedaron truncados y ahora sólo tiene en la mente, que uno de los cinco responsables del calificado como “feminicidio en grado de tentativa”, sigue libre y eso le roba la tranquilidad a ella y a su familia, lo que considera que representa un peligro para cualquier mujer.
En este proceso tan difícil, agradeció a su padres y hermanos, por el respaldo que le han brindado hasta la fecha, y de manera muy especial, dio gracias a los medios de comunicación y a todas esas mujeres y hombres que, sin conocerla, la abrazaron, la apoyaron y lo siguen haciendo a través de organizaciones y de manera particular en redes sociales.