Cimacnoticias | Ciudad de México.- Desde la década de los ochenta hasta el 2016, las pocas campañas de prevención del VIH/Sida carecen de perspectiva de género, son estereotipadas e invisibilizan a las solteras y jóvenes, pese a que el número de casos diagnosticados del virus en mujeres de 15 a 24 años de edad va en aumento, según estadísticas de la Secretaría de Salud (Ss).
De acuerdo con el Sistema de Vigilancia Epidemiológica del VIH/Sida, de la Ss, de 2001 a 2012, el número de casos diagnosticados del virus en mujeres de 15 a 24 años de edad se incrementó y se mantuvo constante, por encima de los 300 casos anuales.
Sin embargo, uno de los factores que ha impedido la difusión de campañas de prevención, es el conservadurismo, que ha prevalecido desde que aparecieron los primeros casos en el país.
Cimacnoticias hizo una revisión documental sobre las campañas de prevención dirigidas a mujeres, y encontró que por ejemplo, las campañas elaboradas por el entonces Consejo Nacional para la Prevención y Control del Sida (Conasida) no abordaba el tema del condón debido al conservadurismo.
“Usar un mensaje demasiado explícito podía ser contraproducente…algunos sectores conservadores de la sociedad reaccionaron con violencia frente a la promoción abierta del uso del condón y probablemente lo volverían a hacer. Además existía el convencimiento de que, debido a la baja percepción de riesgo, carecía de sentido promover una medida tan controvertida”.
Lo anterior, se puede observar en la publicación “Las campañas contra el Sida en México ¿los sonidos del silencio o puente sobre aguas turbulentas?” un análisis hecho por la Secretaría de Salud, en el año de 1995, donde se evidencia que el plan de medios de Conasida no abordaba el tema sobre el uso del condón debido a las reacciones adversas de grupos conservadores.
En el 2005, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) inició una campaña titulada “Mujeres, Muchachas y Niñas”, con el fin de fortalecer el papel de la sociedad civil en las acciones de prevención del virus. México hizo eco de esa campaña y creó una propia con el lema “El machismo pone en riesgo a mujeres y hombres…¡Tú puedes cambiarlo!”.
Para la coordinadora de Fomento para la Inversión Social de la Fundación Mexicana para la Salud A.C. (Funsalud), Blanca Rico Galindo –quien ha trabajado el tema desde hace más de 14 años-las campañas de prevención han dejado del lado el tema de la violencia contra las mujeres, cuando se sabe desde hace años que esto es un factor de riesgo para la infección.
La violencia, señala la especialista, impide a las mujeres que se encuentran en situación de violencia, exigir el uso del condón con sus parejas, por lo que muchas de ellas se enteran de su estado cuando ya se desarrolló la enfermedad.
Blanca Rico señaló que la epidemia en el país se refleja de diferentes maneras por lo que una campaña preventiva tendría que ser abordada y dirigida a las mujeres que viven realidades distintas, tanto en zonas urbanas como rurales, casadas y solteras, pues aún hay muchas que desconocen sus derechos y cómo se transmite el virus.
De 1983 a 2016 se han notificado, en México, 181 mil 744 casos de Sida; de éstos, 32 mil 725 corresponden a mujeres (18 por ciento). De los casos diagnosticados con VIH, desde 1984 al presente año, las mujeres representan 25 por ciento (15 mil 15), de un total de 59 mil 629 casos.
Según estadísticas del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/Sida (Censida), los estados con mayor número de casos diagnosticados en mujeres son: Ciudad de México, Estado de México, Veracruz, Jalisco y Chiapas.
Además de que las campañas de prevención sobre la enfermedad son pocas y no abordan el machismo en las relaciones desiguales de poder, el tema del estigma y la discriminación prevalecen.
En 2004 Alejandra E. (quien compartió su testimonio a Cimacnoticias) fue diagnosticada con VIH. Se enteró en marzo de ese año cuando asistió a un laboratorio privado con su pareja, con quien vivía en unión libre y tenía una hija.
“La atención fue nefasta, no están preparados -no sé si ahora lo estén- pero hace 12 años no tenían la preparación para dar un diagnóstico. Sólo me dieron un sobre. Salí del laboratorio y abrí el sobre con mi nombre, al ver positivo caí de rodillas en plena calle del impacto de ver un positivo, abrí el de mi pareja y también resultó positivo”, recordó Alejandra.
“Me regresé a preguntar ‘dime que dice aquí por favor ¿qué significa?’ y la tipa del mostrador me dijo: que está usted toda sidosa, eso quiere decir. Eso fue muy impactante”, señaló la entrevistada.
Al salir del laboratorio se dirigió a su casa, era viernes, lloró los dos días siguientes. El lunes por la mañana recibió una llamada de parte del personal del laboratorio para decirle que tenían un psicólogo que podía atenderla por el resultado de su diagnóstico.
“¡Han pasado tres días, me pude haber aventado a las vías del metro y me dice que me atenderá un psicólogo, váyase mucho al carajo! Colgué y tomé mi directorio, ahí vi el número de TelSIDA y llamé”, recordó.
En TelSIDA la canalizaron a un Centro de Salud en donde le volvieron a realizar las pruebas de detección para compararlas con los resultados del laboratorio privado. Una vez confirmado su diagnóstico la mandaron a la clínica Condesa en donde inició y ha llevado su control médico desde entonces.
En 2011 se elaboró la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA3-2011, para la organización y funcionamiento de los laboratorios clínicos, la cual establece en el apartado 5.1.12 las medidas necesarias para que el personal del laboratorio, no emita opiniones o sugerencias a la o el paciente sobre los resultados de los estudios de laboratorio.
Pero el estigma y la discriminación no solamente está presente entre los prestadores de servicios de salud, sean público o privados, sino también pueden ser obstáculos a la hora de buscar trabajo.
Por lo menos así lo vivió Antonieta L. quien ha tenido que enfrentar el dilema de continuar buscando trabajo, debido a que en muchos aún piden exámenes de orina.
“Me tocó buscar trabajo en una empresa de taxis privados, lo primero que me piden es hacer exámenes de conocimientos de la ciudad, de manejo y examen de orina. Y pues eso es un antidoping. Y el medicamento que yo tomo (antirretroviral), puede aparecer en la orina y pues di un paso para atrás, no estoy preparada para enfrentar esto”, dijo en entrevista con esta agencia.
Ella como otras mujeres con VIH, ha mantenido en control del virus con los antirretrovirales y se siente en óptimas condiciones para trabajar, pero se le ha dificultado cuando piden muestras de orina y sangre.
“Creo que tenemos el derecho a mantener el virus en silencio, en confidencialidad, cada persona se lo platica a quien más confianza le tenga y no se vale que las empresas violenten nuestros derechos”, agregó.
De acuerdo con información de “Letra S”, proporcionada en el módulo de Promoción de los Derechos Humanos de la Clínica Condesa, 60 por ciento de los casos a los que le dan seguimiento es por discriminación de los familiares, 20 por ciento por discriminación laboral, 15 por ciento por discriminación o falta de atención por parte de las instituciones de salud y el otro 5 por ciento por mala atención por parte de servidores públicos.