Por: Horacio Corro Espinosa
Bueno, tu nunca has tenido argumentos, solo sabes golpear, pero sin dar la cara, porque hasta para eso eres cobarde.
Tal vez yo sea un hijo de … como lo acabas de escribir. También me has dicho que soy un chayotero, y me has calificado de seudoperiodista.
En realidad, no creo que puedas demostrarme o demostrarle a la gente que soy un chayotero. Para concluir este punto, te diré que he vivido del periodismo más de 30 años, pero nunca, nunca he comido de esta hermosa tarea.
Por lo de seudoperiodista, estoy seguro que ni siquiera sabes qué significa eso. Si lo supieras, no utilizarías ese adjetivo.
Sin embargo, yo sí puedo decirte que eres un estafador, ladrón, abusivo y aprovechado. Eras un panista recalcitrante, a morir, pero cuando fuiste rechazado de ese partido, te refugiaste en Morena. Tu doble ánimo no te permite saber quién eres.
¿Por dónde quieres que empiece?
Tengo declaraciones de varias señoras, así como de médicos, quienes me dijeron lo que hiciste en diversas comunidades.
Cuando llegabas en las camionetas oficiales del gobierno federal para que las parteras recibieran cursos de acuerdo a sus habilidades, tú, José Guadalupe, les cobrabas, bajo el argumento que, si no pagaban cierta cantidad, no se les entregaría su acreditación, cuando esos talleres eran completamente gratuitos.
Tengo otros muchos datos tuyos.
El odio que traes sobre mí no es nuevo. Quién sabe desde cuando te convertiste en mi esclavo. Eres mi esclavo porque por donde yo camino vas tras de mí. Tu solo te has convertido en mi sombra, pero esa tarea tú te la impusiste y la has sabido desarrollar bien. Siempre estás pendiente de todas mis opiniones, sabes de todos los lugares que frecuento, y, a pesar de que te caigo tan mal, sigues sobre tu tortuosa tarea autoimpuesta.
Te voy a poner un ejemplo. En las anteriores pasadas elecciones municipales es cuando supe de tu existencia. Te molestaban tanto mis comentarios hacia tu candidata, que hasta contrataste a unos porros para que me golpearan. Ese convenio lo hiciste sobre la calle Casimiro Ramírez. Pero para tu mala suerte, esos porros me buscaron, no para golpearme, sino para platicarme lo que les habías mandado a hacer: golpearme. Todo esto me lo contaron en el edificio del palacio municipal de Xoxocotlán y frente a algunos funcionarios de ese municipio.
Sé quién eres. Sé lo cobarde que eres. Prefieres pagar para que otros hagan tu trabajo sucio y quedes, supuestamente libre de culpa.
Sé que puedes volver a contratar a otras personas para que a través de ellos desquites tu coraje contra mí, no lo dudo.
Es por eso que si ya empezaste con mentadas de madre, supongo a dónde va a desembocar tu rabia.
Espero que ese descuidado texto sea leído por mucha gente. Las letras serán mi escudo, y los lectores se enterarán de lo que eres capaz de hacerme.
Qué bueno que me mentaste la madre, y que buena oportunidad me diste para decir que mi vida, otra vez puede correr peligro contigo.
Saludos, mi estimado esclavo.
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