Lo que vimos en el Senado de la República la tarde y noche del miércoles y la madrugada de ayer jueves confirma lo que por meses pronosticamos en este espacio: que tarde o temprano el control total del Congreso de la Unión estaría en manos del presidente.
Y, en efecto, la aprobación de las ilegales e inconstitucionales reformas educativas –y sus tres leyes secundarias–, confirma que una mayoría de diputados y senadores, de casi todos los partidos, ya “comen de la mano” del presidente.
Y esa tragedia –que confirma el fin de los contrapesos–, es posible gracias a la maquinaria dictatorial que paso a paso y día a día hace funcionar el gobierno de López Obrador contra opositores, empresarios y críticos.
¿Y en qué consiste tal maquinaria?
Se trata de una poderosa máquina de miedo, difamación, calumnia, insidia y amenazas que está a la vista de todos y cuyas señales aparecen todas las mañanas. Y las señales consisten en un sistémico golpeteo presidencial tanto a políticos como a partidos; contra opositores y, sobre todo, contra críticos.
Y los ejemplos más recientes los vimos apenas el martes último, cuando sin ninguna prueba, el presidente calumnió, difamó y sembró una grosera insidia contra el ministro en retiro, José Ramón Cossío, al señalarlo como responsable de los amparos contra la construcción de Santa Lucía.
El presidente “dijo que le dijeron” que detrás de tales amparos estaba el exministro Cossío, sin ofrecer pruebas. Luego, y una vez que el juzgador negó la especie, el presidente se dijo satisfecho de la aclaración, cuando el que debió disculparse por difamar al exministro era el presidente Obrador.
Lo perverso del tema, sin embargo, es el mensaje que manda el presidente a jueces, ministros y magistrados.
¿Y cuál es el mensaje?
Precisamente que serán perseguidos, calumniados, difamados y hasta llevados a prisión, quienes se opongan a los deseos del presidente.
Además, el mismo martes, Obrador volvió a la carga contra su crítico y adversario de cabecera, Mexicanos Unidos Contra la Corrupción, de Claudio X. González. La táctica fue la misma: difamar, calumniar, sembrar insidia y hasta la burla. Y el mensaje es el mismo: serán perseguidos los empresarios “que cometan el pecado” de estar del lado de los adversarios del presidente.
Pero no fue todo, desde el lunes pasado apareció una extraña campaña contra medios y periodistas críticos de AMLO. Lo curioso fue que Obrador ordenó que la campaña fuera lanzada desde los medios privados leales a su gobierno. En pocas palabras, los sicarios mediáticos de AMLO, en medios privados, fueron puestos a prueba por el “patrón Obrador”.
La campaña consistió en “azuzar a los mastines” de Radio Centro y Radio Fórmula contra empresas críticas como Animal Político y periodistas como el autor de este espacio, entre muchos otros. Y el mensaje es idéntico al enviado a políticos y jueces: “o se someten o serán perseguidos”.
Pero no es todo, otras tácticas “de ablandamiento” han sido la persecución ilegal contra adversarios políticos. Y el caso emblema es el de Rosario Robles, la exlideresa del PRD que mediante engaños, trampas legales y violaciones constitucionales fue presa a petición de López Obrador.
De esa manera, toda la maquinaria de miedo, calumnia, difamación y odio –además de pingües negocios–, provocó que senadores del PRD y de Movimiento Ciudadano rompieran el “bloque opositor” logrado en San Lázaro contra la Reforma Educativa y se hizo el milagro de que en el Senado se aprobara sin cambios el regalo presidencial a la CNTE.
Y es que si bien los senadores del PRD se abstuvieron de votar, lo cierto es que esa abstención, en realidad, fue el aval a la reforma de Morena.
Y el caso de Movimiento Ciudadano fue peor. Sus senadores, incluidos los experredistas que hoy están en sus filas, votaron a favor de la traición a millones de mexicanos pobres.
Al final, el miedo, el “cochupo” político, la negociación y/o la urgencia de salvar el pellejo ante un gobierno represor acabó con el último contrapeso que era el Senado.
Hoy, sólo el PAN y el PRI se mantienen como opositores reales.
Por eso, a la mala, el gobierno de AMLO busca arrebatar a los azules los gobiernos de Guanajuato y Tamaulipas, mientras que el mismo presidente ordenó perseguir al líder del PRI, Alejandro Moreno.
¿Aguantarán el PAN y el PRI los embates presidenciales?
¿O terminarán por doblarse?
Al tiempo.