• Jue. Abr 18th, 2024

Chinuni, puñito o pilón

Por Horacio Corro Espinosa

No sé si todavía, pero hace unos cuantos años todavía, cuando se quería ofender a alguien o hacerlo sentir inferior, se le soltaba aquella frase despectiva “tú me haces los mandados… y te robas el cambio”.

Unos años más atrás se decía la misma frase, pero en lugar de la palabra cambio era “te robas el chinuni”.

El chinuni es lo mismo que el pilón. Supongo que muchas personas, principalmente los más jóvenes, ya no alcanzaron a escuchar la palabra pilón ni mucho menos la de “chinuni”.

Los pilones se daban en todas partes: en la ciudad de México y casi en todo el país. Era el equivalente a los “chinunis” en la mixteca.

Originalmente los bautizaron como pilones, porque en las tiendas de abarrotes daban como regalo a los chamacos, luego de una compra cualquiera, un trozo de piloncillo (era un pan de azúcar morena en forma de torta, frecuentemente de gran tamaño), que era rajado mediante un hachazo o machetazo certero.

Esta costumbre se extendió a todos los rincones y en todos los comercios de barrio entregaban el «chinuni», o el «puñito» o el «pilón» que consistía en una porción extra de la mercancía adquirida.

En las farmacias («boticas» les decíamos familiarmente entonces), desde luego que no daban algo más aparte de la medicina o del remedio pedido, sino regalaban una estampita o un cuento de edición bastante modesta o un cancionero de sal de uvas efervescente. De veras, ¿creo que ya ni existe la sal de uvas Picot, verdad?

Era en las panaderías donde se acostumbraban las estampillas. Las estampillas se daban de acuerdo al monto de la compra (los bolillos y teleras, a cinco centavos; pan de dulce: a diez centavos la pieza), que luego se pegaban en libretas para canjearse por loza, utensilios de cocina, entre otras cosas. Entonces no existían, afortunadamente, los plásticos.

Pero los tiempos han cambiado. Hoy, algunos lugares, principalmente tiendas de abarrotes, que cuando no tienen monedas para el cambio te quieren dar dulces, galletas o chicles, y eso, no nada más es una transa de las más gachas y deshonestas, sino que te meten un producto que no tienes intención de comprarlo.

Los comerciantes que actúan de esta manera, en verdad no tienen ni tantita vergüenza. Se supone que ellos abrieron su negocio para darnos un servicio, pero en vez de eso se queden con el vuelto. Así que no nada más nos venden a precios abusivos, sino que todavía se quedan con nuestro cambio.

Hacen algo parecido al redondeo, el que nos aplica a todos los mexicanos Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, que sin decirnos nada, se queda con los  centavitos del cambio.

Así es esto del abarrote. En los tiempos modernos ya nadie habla del «chinuni» ni del «puñito» ni del «pilón». Todo eso se olvidó. Ahora todos hablan para su santo: “vénganos tu reino”.

El “chinuni” fue una tradición mixteca, es el pilón o el puñito, pero en mixteco.

A propósito, le mando un saludo con mucho afecto a mi amigo don Juan Herrera (mejor conocido como “Chinuni”).  Lo que hace el subconsciente ¿no?

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