Por Horacio Corro Espinosa
Cualquier enfermedad es como una maldición para quien la padece y para quien cuida del enfermo también. Lo malo de las enfermedades, es que aunque no sean contagiosas, el que cuida, muchas veces resulta con su salud bastante afectada. Es como si la enfermedad se pegara. Ojalá así fuera con la salud.
El cáncer es uno de los padecimientos más feos, supongo. A raíz de que uno de mis sobrinos está pasando por esto, me puse a investigar sobre algunas alternativas para su cura. Sabemos que para aliviar algo con medicina alópata, siempre algunos órganos se afectan. Se remedia una cosa, pero se afecta otra parte de nuestro cuerpo.
Al buscar por aquí, leer por allá, escuchar a la gente, etcétera, llegué a donde tenía que llegar: el cáncer sí tiene cura. No se trata de un caso aislado. Encontré muchos testimonios de gente que ha sido curada totalmente. La mayoría de estos casos son de la mixteca oaxaqueña y poblana.
No me va a dar tiempo de platicarles de todos y cada uno de los casos que encontré, pero por lo menos les contaré uno.
Cuando le pregunté directamente a la persona que los médicos del Hospital 20 de noviembre de la ciudad de México, lo dieron por desahuciado y le pronosticaron 6 meses de vida, me confirmó que en realidad así había sido esa parte de su vida.
Cuando Florencio Martínez, perdió toda esperanza para seguir viviendo, se regresó a Huajuapan a esperar la muerte. Con el poco movimiento que le permitía su cuerpo y la poca voz que le quedaba, salió a la calle a cerrar todos sus tratos comerciales y familiares.
Al acudir con la señora que le rentaba el local de su zapatería, ésta le dijo que no perdiera la esperanza, que posiblemente su salud podría ser recuperada con un jugo de maguey que solo se prepara en Huajuapan, Tamazulapan y Acatlán, Puebla.
“Vaya a comprarlo, lo preparan aquí a la vuelta”, le dijo. Esa vuelta eran cuatro cuadras que caminó en más de una hora.
Cuando le pusieron la botella de jugo enfrente, don Florencio se echó el contenido completo de un solo trago. “Así como me echaba mis cocas bien frías”, me explicó.
Así no se toma, le dijo el señor que prepara el jugo. Bueno, le respondió don Florencio, “si me tengo que morir, que sea con esto que, según, me puede sanar”.
A los dos meses de tomar el jugo, don Florencio comenzó a caminar mucho mejor; y a los tres, ya podía correr. A los 6, regresó a la ciudad de México para que los médicos vieran que no había muerto como se lo habían pronosticado.
Los doctores se sorprendieron mucho, incluso, ellos mismos certificaron que la bola más grande de cáncer que tenía entre el corazón y el pulmón, había desaparecido.
La cosa es que la gente que ha tomado el jugo de maguey, no solo ha sanado de cáncer, sino de otras enfermedades también. Por desgracia, es un maguey que poco a poco ha ido desapareciendo, y solo se da en una franja de la mixteca.
Conozco 11 casos de personas que, con este jugo, salieron del infierno. Ojalá esta planta siga sacando a otras muchas personas que sufren esa horrible enfermedad, y ojalá, haya gente que se preocupe por cultivar esa especie de maguey.
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