Por Horacio Corro Espinosa
No sé si ustedes se enteraron de un robo ejecutado en el Hospital Civil “Dr. Aurelio Valdivieso”, de esta ciudad de Oaxaca, a mediados del mes de abril. A ese lugar llegó un tipo que se hizo pasar por trabajador de Telmex. Dijeron los afectados que su pasaporte al interior fue haber presentado la orden solicitada por parte del nosocomio a esa empresa.
De ahí se robó varias computadoras y teléfonos celulares, y nadie se dio cuenta a la hora que salió éste hombre con su cargamento.
Días después, apareció una persona con las mismas características físicas que el anterior en otras oficinas de gobierno. Llegó a la Comisión General de Educación Media Superior y Superior Ciencia y Tecnología, para realizar cierto trabajo que dicha dependencia había solicitado a Telmex.
Dentro de las oficinas hizo la misma operación que en el Hospital Civil: pedir las laptop de los trabajadores, así como algunos teléfonos celulares para hacer unas pruebas.
Lo curioso del asunto es que el mismo trabajador de Telmex escogió las máquinas y los teléfonos celulares más nuevos y de mayor capacidad. Cada aparato era de los trabajadores, no de la institución de gobierno. Aquí hay que decir que el gobierno del estado ha tomado conchudamente la modalidad de contratar a personal que tiene computadora propia para que la utilicen en beneficio del gobierno. ¡Fíjense nada más!
Con esto, el gobierno del estado de Oaxaca se quita la responsabilidad de comprar computadoras para sus oficinas.
Bueno, pues las computadoras fueron entregadas, no por los dueños, sino por el encargado del área de informática de esa dependencia. Cuando uno de los trabajadores se dio cuenta que su máquina había sido alterada sin su autorización, reclamó el hecho por el abuso de confianza, pero no le hicieron caso.
¿Y qué creen? Inconcebible lo que les voy a contar: el supuesto trabajador de Telmex le dio la orden al encargado de informática para que fuera a varias cuadras de esa oficina a hacerle un mandadito. Y el muy zonzo, obedientemente fue a resolver el asuntito del trabajador de Telmex.
En su lugar se quedó otro trabajador de esa dependencia de gobierno, a quien el mismo técnico le pidió que le dijera a todos sus compañeros que iba a haber un reinicio de los aparatos, así que respaldaran su información. En lo que éste subió piso por piso a comunicarles a todos lo que iba a suceder, el trabajador de Telmex salió de la oficina con su tambache de computadoras y teléfonos celulares sin que nadie se diera cuenta. Es más, ni los que resguardan el acceso de entrada al edificio percibieron los movimientos del ratero.
Después del robo, los jefes de la oficina de la Comisión General de educación media superior y superior ciencia y tecnología, les aseguraron a los trabajadores que iban a levantar un acta común y que la misma dependencia sería quien le daría seguimiento al caso.
Horas más tarde, los mismos jefes se desdijeron, así que cada afectado tuvo que rascarse con sus propias uñas. Sólo uno de los robados fue a levantar su acta a la Agencia del Ministerio Público.
Aunque no lo quieran reconocer, los responsables del robo son los mismos jefes de la dependencia en mención. Primero, porque sin autorización de los dueños de las máquinas permitieron que el supuesto trabajador de teléfonos tocara los aparatos; y segundo, porque parece que toda esta maraña estaba confabulada para llevarse a cabo el robo con toda libertad.
Ese hecho va a cumplir un mes y ni los jefes de la Comisión General de Educación Media Superior ni el gobierno del estado se han responsabilizado de lo que sucedió al interior de esa oficina. La omisión los hace cómplices. La omisión permite que hechos delincuenciales como el que les acabé de relatar sigan prosperando.
Al sujeto ya se le tiene identificado fotográficamente pero hasta ahorita no se ha hecho nada, absolutamente nada gracias al solapamiento del gobierno de Alejandro Murat.
Con esa apatía, con esa indolencia de parte de nuestras autoridades gubernamentales, cualquiera puede delinquir sin que se le moleste.
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