Por Horacio Corro Espinosa
Tal vez muchos de ustedes vieron un mensaje que primeramente circuló en WhatsApp, y después alguien lo sacó de ahí para pegarlo en alguna red abierta y se hizo viral.
El mensaje del lunes 11, decía: “Amigos, pongo a disposición 4 camionetas y 2 tortons con chofer y combustible sin costo alguno. Ustedes mismos van a dejar la ayuda a cualquier parte del Istmo que nos indiquen. Si pueden pasen el dato a quien crean que lo requieran.”
Desde el momento que circuló este texto, el teléfono del generoso personaje —que omitiré su nombre—, no dejó de sonar ni un momento.
Las dotaciones comenzaron a llegar inmediatamente a donde se encontraban los vehículos, mismos que movieron alrededor de 180 toneladas en varios viajes de la ciudad de Oaxaca al Istmo.
En ese momento, estas unidades eran la única opción gratuita que existía. El costo promedio de ida y vuelta, fue de 6 mil pesos. Si multiplicamos esta cantidad por 10 recorridos, esta persona puso como 60 mil pesos. Eso sin contar desgaste de máquina o llantas.
El mensaje de los 6 vehículos sigue circulando en las redes sociales, ya nadie lo puede parar, y mucha gente de la república mexicana, sigue llamando para pedir que esos carros acudan al norte del país donde tienen víveres recolectados por distintas organizaciones.
La persona que generosamente puso sus vehículos, prefiere decir que se cerró la oportunidad de envío antes que pedir dinero para el diesel o para el chofer porque podría interpretarse como un negocio personal y no una ayuda solidaria.
Son muchas organizaciones en el país las que se pusieron a recolectar ayuda para los oaxaqueños en desgracia. Es más, hasta parece que hay competencia entre grupos para ver quién recolecta más, incluso, presumen en fotos la cantidad recogida pero no tienen transporte.
En la normal de Tamazulapan, por ejemplo, tenían como 15 toneladas de víveres, pero sin transporte.
Está demostrado que la solidaridad del oaxaqueño sobra. Muchas veces da más de lo que tiene, pero lo da con el corazón.
El respaldo de la gente oaxaqueña ante una situación como la que vivimos, lo orilla a dar hasta que le duele, pero vuelve a dar hasta que el dolor se le convierte en risas.
El oaxaqueño da, sabe dar por naturaleza, mientras los políticos, conocedores de esta dignidad, muchos vieron la cosecha como negocio y montaron sus centros de acopio y, ante la escasa forma de transportar los productos, mejor los esconden previendo las cercanas campañas electorales.
El dueño de los camiones de carga me decía que ojalá se llevaran muchas de esas bolsas donadas por el pueblo a la Sierra Mixe y a la Sierra Juárez, sitios bastante descuidados por las autoridades, pero que tienen las mismas necesidades que en el Istmo. Algunas poblaciones no tienen caminos porque los cerros se desgajaron por el agua o por el terremoto.
Ayuden a las sierras, por favor señores del gobierno. Volteen a ver a aquella zona que de verdad también lo necesita.
Por este medio quiero agradecer a la persona que unas horas después del terremoto, abrió el camino de solidaridad hacia el Istmo. Gracias.
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