Por Horacio Corro Espinosa
Tal vez ya estén enterados todos, pues fue la semana pasada cuando se dio a conocer el nombre del ganador del Premio Nobel de física 2019. Se trata del astrofísico Michel Mayor. Un suizo de 77 años. A esta persona se le reconoce por haber descubierto el primer planeta fuera de nuestro sistema solar, es decir, el primer exoplaneta.
Ese primer exoplaneta lo encontraron orbitando alrededor de una estrella de tipo solar, y fue bautizado como 51 Pegasi. Así es como comenzó una revolución en la astronomía, y desde entonces se han encontrado más de 4 mil exoplanetas.
En una entrevista se le preguntó a Michel Mayor, sobre cuál sería el sitio de Dios en el universo, y este respondió: “Para mí, no hay sitio para Dios en el universo».
La respuesta del premio Nobel de física no es más que un rechazo de todo lo sobrenatural. Para haber dicho lo que dijo: que “no hay sitio para Dios en el universo”, no fue más que la demostración gigantesca de su fe, pues casi todas las teorías que respaldan al naturalismo, también deben ser aceptadas por fe, y esa fe le llegó de su soberbia.
Sus palabras son como el dogma de la evolución. La noción de que ciertos procesos evolutivos naturales son la explicación del origen de todas las especies vivientes, nunca ha sido y jamás será establecida como un hecho histórico. Tampoco es “científica” en el sentido verdadero de la palabra. La ciencia sólo se ocupa de cosas que pueden ser observadas y reproducidas por experimentación. El origen de la vida no puede ser ni observado ni reproducido en un laboratorio. Entonces, la ciencia no puede darnos conocimiento alguno acerca de cómo llegamos a existir en este planeta. Tampoco nos puede decir que no hay cabida para Dios en el universo.
Como astrofísico, Michel Mayor, parece que tiene una firme oposición a las enseñanzas de la Biblia sobre Dios y la creación. A partir de este premio seguramente, se convertirá en el evangelista más importante de la religión del naturalismo, y comenzará a tener seguidores que se basarán completamente en suposiciones naturalistas.
Esa creencia, de que Dios no tiene cabida en el universo, es un asunto de fe personal del Premio Nobel, y no como resultado de una observación científica verdadera.
La declaración de este científico, es un verdadero artículo de fe y no una conclusión científica. Michel Mayor, parece que no podrá reconocer las evidencias innegables del poder y la majestad infinitos del creador porque tiene su fe puesta en otra parte. Su soberbia no le permite ver la omnipotencia ni la gloria ni la creación del universo.
Al concluir este científico suizo, que Dios no existe, hace gala de su vanidad religiosa, y obliga a muchos, con su declaración, a que también aseguren que el universo no tuvo un diseño inteligente. Su envanecimiento en sus razonamientos y su necio corazón, lo han obligado a profesar ser sabio, cuando es necio, y por lo mismo, jamás se permitirá darle la gloria a Dios, solo a él.
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