Por: Horacio Corro Espinosa
Han pasado siglos y siglos y el hombre sigue con sus mismas tradiciones. No cambia porque no ha sido capaz de resistirse al encanto de las deidades. Es por eso que a cada rato jala para acá y luego para allá en busca de un dios que le resuelva los problemas.
Y los sacerdotes, ministros sin credencial por parte de dios, trazan las reglas que debe seguir el humano para alcanzar la gracia de determinado santo.
La gente, principalmente la que durante años no recibe ninguna respuesta de allá arriba porque advierten que sus oraciones no llegan a su destino, buscan otra imagen a la que sobornan con unas monedas con tal de recibir su milagro.
Regularmente cada humano desarrolla sus expectativas religiosas de acuerdo a lo que adquirió en el seno familiar o escolar.
No es raro conocer gente idólatra que busca lo espectacular, por lo que se inclina a las imágenes más populares, más milagrosas, más buena onda, y se queda con la que, según él, le cumpla sus caprichos.
Entre la idolatría y el fetichismo no hay mucha diferencia, es por eso que algunas gentes cargan en su bolsa, una imagen o una estampita, o una cola de conejo; la cosa es que le dé buena suerte.
Los fabricantes de dichas imágenes o figuritas, ganan tanto dinero con ellas que hasta los chinos ya producen por toneladas las fotos de los más milagrosos o portentosos que, según, dan protecciones varias.
Y la verdad, a muchos les gustaría llevar algo encima que le dé protección de los malos administradores y políticos corruptos. Pero sobre todo, que les quite de encima a los líderes que solo se preocupan por lo suyo y ocupan a los mototaxistas para poner de cabeza a la ciudad.
El viernes de la semana pasada, los mototaxistas de los municipios conurbados a la ciudad de Oaxaca, bloquearon las arterias viales más importantes para impedirnos el paso, y ponernos de malas a todos. Lo cierto es que lo lograron.
Ese día, mientras esperaba yo que levantaran los bloqueos que regaron por todas partes, se me ocurrió hacer una figurita salvadora que tendría la virtud de desaparecer bloqueos, políticos, rateros, y asaltantes. Bueno, estos dos últimos casi son iguales, pero tendría esa facultad.
Desde luego que esa imagen de la buena suerte se vendería a precio módico, y sería adquirida por casi todos, pues cumpliría con lo prometido en su minimanual de compra.
Quién de los oaxaqueños no ha sido abofeteado por políticos, líderes dizque sociales y mototaxistas.
“La figurita será la solución a muchos problemas”, así diría la publicidad que a manera de bombardeo, la gente lo comenzaría a creer y la comenzaría a comprar sin más explicación. Algo así como lo que está haciendo Gabino Cué en este momento: de tanto escuchar sus spots radiofónicos, la gente comienza creer que en verdad, durante su gobierno hizo buenas obras.
Lo mismo será con esa figurita, la audiencia comenzará a creer que con ella en la mano, desaparecen automáticamente los bloqueos y se acaban los políticos corruptos, pues a nadie le gusta que nos rompan la ciudad en gajos como lo hicieron hace días esos tipejos.
Los taponamientos duraron todo el día, y los que estábamos de este lado, veíamos a los que estaban del otro lado, y todos pensábamos exactamente lo mismo: que estábamos atorados porque a estas alturas ya no existe autoridad en todo Oaxaca.
Con la figurita en la mano, podríamos pedirle que se les muriera un familiar para que se fuera a festejarlo a su casa y dejara libre el paso dentro de nuestra propia casa.
Y en cuanto a los políticos, rogaríamos para que los de este sexenio se extingan de una vez, pues no nos sirvieron más que para robarnos.
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