Por: Moisés Molina
Ya hemos lamentado desde este espacio la intención de ganar en la mesa lo que no se gana en las urnas.
Y es que la “aceptabilidad de la derrota” sobre el que se ha teorizado ampliamente como uno de los principios de la democracia, no termina de echar raíces entre nuestros políticos.
Se inscriben para la competencia electoral sabedores de las reglas y los hay quienes se preparan para romperlas en caso de perder las elecciones.
Por eso es ideal que las victorias se den por un amplio margen de votos, tan amplio que no quede lugar a dudas, ni quede espacio en la vergüenza del adversario.
Lo que se gana en las urnas no debe perderse en los tribunales.
Así de claro.
Pero ¿qué pensaría usted de un candidato perdedor que intenta arrebatarle a su adversario lo que ganó en las urnas, aún a sabiendas de que no tendrá beneficio para sí?
Me explico: Héctor Pablo Ramírez Leyva intentó quitarle la senaduría de primera minoría a Raúl Bolaños Cacho Cué pidiendo al Tribunal Electoral que se la dieran a Sofía Castro y no a Raúl.
¿Qué ganaba Héctor Pablo? Nada.
Al contrario. Perdió más de lo que la elección le arrebató.
Y es que, en efecto, ayer el pleno de la sala Xalapa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratificó a Raúl como Senador por Oaxaca en senda sentencia donde exhibió con el decoro que tienen todas las argumentaciones jurídicas de los altos tribunales, la mezquindad, la pequeñez, la frustración y la perversidad de los reales promoventes.
Héctor Pablo no maniobró solo. Lo acompañó el mismo personaje que lo llevó de la mano a un PRD avasallado: Ulises Ruiz.
Con la misma certeza que tiene, de que no va a ser Presidente del PRI, Ulises sabía que al Tribunal no lo engañaría. Sin embargo Héctor Pablo le siguió el juego.
¿Qué pretendían? ¿Confundir, distraer, “hacerla cansada”?
O acaso, profundamente ignorantes de las leyes ¿fueron sorprendidos por alguien que a cambio de una buena suma ofreció sus buenos oficios para una causa perdida?
Ellos y solo ellos lo saben.
La demanda del Juicio de Inconformidad la firmó el representante del PRD ante la Junta Local del INE, pero el extenso y pormenorizado escrito no acogía la voluntad del partido.
El membrete amarillo lo alquilaron para la candidatura y lo pusieron nuevamente de rodillas para un fin perverso.
A HP y a URO no les importaba que subiera Sofía (propietaria de la segunda fórmula), tanto como que Raúl no ocupara el escaño que ganó en la elección.
Así es que dispusieron que se hiciera lo imposible para “tumbarlo”.
El primer problema es que el PRD no tenía vela en el entierro.
¿Cómo acreditar un interés en un asunto donde Héctor Pablo como candidato y mucho menos el partido no tiene nada qué ganar?
Pues acudieron a una figura jurídica conocida como “acciones tuitivas de intereses difusos”.
¿Y con qué se come eso? Con los cubiertos de la “prevalencia del principio de legalidad”.
En otras palabras, el PRD se asumió como paladín “defensor de la legalidad y de la supremacía constitucional ” en beneficio de la colectividad, es decir, del pueblo (como reza en el escrito de demanda) para meter sus narices donde nada tenía que ver.
El abogado hizo su trabajo lo mejor que se pudo haber hecho. Le conozco y sé que se esforzó para fundar y motivar –lo reitero- una causa perdida.
El fondo de la litis era que la senaduría de primera minoría, de acuerdo a la ley, se le asigna al partido político que por sí mismo hubiese obtenido el segundo lugar en la votación.
En este orden de ideas y toda vez que Raúl Bolaños Cacho Cué había sido propuesto por el Partido Verde y no por el PRI, que es el partido que obtuvo el segundo lugar en votos, se pretendía que el Tribunal asignara esa senaduría de primera minoría a Sofía Castro que había sido postulada por este partido.
Sí, así como se oye, el PRD promoviendo motu proprio a favor de Sofía Castro quien –dicho sea de paso- al parecer ni consultada fue porque nunca dijo “esta boca es mía”.
Pero el magistrado ponente fue contundente y a resumidas cuentas y basado en un criterio de la sala superior de 2006 resolvió que “las coaliciones deben ser tratadas como un solo partido político” por lo que las alegaciones expuestas como agravios eran infundadas.
Comparto el enlace de la sentencia completa:
http://www.te.gob.mx/salasreg/ejecutoria/sentencias/xalapa/SX-JIN-0088-2018.pdf
Como ciudadano es triste ver que un partido en crisis (sin duda alguna el más afectado por el huracán obradorista que primero lo desfondó y ahora casi lo hace perder el registro) tenga que librar batallas que no son suyas y que lo siguen distanciando de la sociedad.
Y es más triste aún que siga obedeciendo a intereses de quienes, si no se toman cartas en el asunto, pueden ser sus sepultureros.
El PRD, como el PRI y el PAN debían estar enfocados en una reflexión profunda y en sus respectivas refundaciones.
Eso es lo que México necesita. A nadie le conviene un régimen partidista sin una oposición responsable.
Hay grandes temas qué debatir y en las cuales invertir energías.
Si el PRD se empeña en seguirse arrendando para defender causas perdidas se convertirá, sin marcha atrás, en una de ellas.
@MoisesMolina