Por Horacio Corro Espinosa
De veras que eso de las herencias de plazas en el magisterio, ha sido de las peores sinvergüenzadas que ha sufrido la entidad, y lo peor, muchas familias oaxaqueñas han permitido esa corrupción a causa de sostener el hueso en casa.
Los orígenes del sindicato magisterial estaban marcados por la responsabilidad y hasta por el apostolado, pero desde que Heladio Ramírez López, exgobernador de Oaxaca, les entregó todo el poder a estos, los maestros abusaron tanto que afectaron no nada más al gobierno estatal y federal, sino a la sociedad en general.
¿Cuándo se había visto que un trabajador fuera a la vez patrón de sí mismo? Nunca, en ninguna parte del mundo, solo en Oaxaca. Es el único lugar donde se ven cosas increíbles, y todo, para favorecer a la corrupción.
Uno de los tantos logros del magisterio fue el heredar la o las plazas a los hijos de los maestros jubilados, aunque éstos no tuvieran ninguna preparación ni hubieran terminados sus estudios básicos siquiera. El logro era cumplir lo que se había conseguido: pasar el salario del trabajador al hijo, al sobrino o al nieto de aquel maestro esforzado que un día se propuso hacer del niño un ciudadano ejemplar para la sociedad.
Así que por hacer cumplir ese logro corrupto, la misma familia del heredero tiene que hacer como que no sabe, o como que no ve que ahora el hijo sin preparación alguna ocupa el cargo del papá jubilado o fallecido.
El elegido de la familia siempre es alguien que sin estudios ni preparación magisterial está al frente de un inocente grupo de alumnos que para su mala suerte, recibe las enseñanzas de un impostor en la materia.
El ocupar un lugar de tanta responsabilidad sin conocimiento alguno, solo lo hacen los herederos o los que compraron la plaza. Para los maestros de la 22, esto tiene más valor que la educación de los jóvenes.
Dentro del sindicato magisterial de la 22 abundan muchos de estos casos. Conozco a un señor en Huajuapan, que tal vez resultó heredero o compró su plaza y ahora imparte la materia de inglés como su segunda lengua, pero como no sabe nada de ese idioma, decidió tomar clases de inglés para no engañar tanto a sus alumnos. Para su desgracia, es de cabeza dura, y por lo mismo tampoco ha aprendido nada.
Los afectados son los jovencitos de una secundaria y una telesecundaria, quienes desconocedores de ese idioma, se han tragado todas las malas y mentirosas enseñanzas de este maestro.
Cuando su maestra le hizo el examen básico de inglés al supuesto “ticher”, éste no supo escribir el nombre de los animales ni de las frutas ni de las verduras ni mucho menos la pronunciación de los mismos.
No sé dónde tienen la conciencia estos maestros de la 22 que se atreven a ejercer algo que no saben, y que provocan en sus alumnos torceduras no nada más mentales, sino intelectuales.
Pobres de los alumnos que cayeron en las manos de este sujeto estafador, pero con todo el respaldo de la sección 22.
Ahora entiendo por qué estos sindicalizados se oponen tanto a esta materia. Los que imparten esta asignatura, tiene que prepararse durante años. Incluso, muchos estudian en el extranjero para darle lo mejor a sus alumnos.
Sin embargo, los maestros de la sección 22, avalan a tipos que no cuentan con ninguna preparación. Para el magisterio es más fuerte hacer valer la herencia o la compra de una plaza, que la verdadera enseñanza a la juventud.
Una pregunta a los papás. ¿Saben ustedes quiénes son los maestros de sus hijos? ¿Saben en manos de quien entregaron a sus hijos?
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