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Vándalos

Jun 30, 2016

Por Horacio corro Espinosa

El 2 de octubre de 2014, un grupo de encapuchados partió de las instalaciones de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca, para concluir en el Zócalo de la ciudad. La mayoría de ellos iba con cargamentos de piedras, palos, botellas, y todo objeto que pudiera hacer daño en su camino.

Aquellos hechos de violencia quedaron en la memoria de los habitantes de la ciudad de Oaxaca, y las imágenes fueron difundidas por diversos medios nacionales. Fueron hechos verdaderamente lamentables. Fue una muestra de la triste realidad que vive Oaxaca. Desde aquel año quedó demostrado que en Oaxaca no existen los límites de la legalidad y la cordura. Los participantes fueron  jovencitos sin el menor respeto por nada. Simplemente, sin saber por qué, se lanzaron a la calle dizque para celebrar el 2 octubre.

A su paso destrozaron instituciones bancarias, oficinas públicas y privadas, tiendas departamentales, automóviles, motocicletas, etc.

El extremo de aquella acción fue haber roto los cristales del palacio de gobierno. Después de aquella aventura, se extendió esa operación como si fuera una mancha honorable, a lo largo y ancho de nuestra entidad.

Para nadie fue un secreto. Todos se dieron cuenta que el gobierno no pudo controlar los hechos de vandalismo.

Desde luego que siempre seremos más los que no estamos de acuerdo con esos actos. Somos más los que reprobamos la violencia.

Y lo de siempre, lo que se repite una y otra vez. Los detenidos siempre son los que no participaron en los destrozos, sino los que por su mala puntería, caminaban por ahí cuando llegaron al lugar los perezosos elementos policiacos.

Hago referencia a lo anterior porque ayer en la tarde pasó algo similar en Huajuapan de León. Un grupo de alrededor de 50 anarcopunks salieron a la calle a dejar sus huellas sobre el hemiciclo a Juárez. Es un lugar que desde su inauguración, el 16 de diciembre del año pasado, siempre estuvo vigilado permanente en dos turnos durante las 24 horas del día.

Después de 6 meses más 12 días, medio centenar de jovencitos, terminaron con los preciados cuidados que cuatro personas le ofrecían al lugar.

Ninguno de los casi 200 policías municipales se presentó en el lugar para proteger la estatua de Juárez de aproximadamente 1:60 de alto, pues todos los elementos se encuentran resguardados ante las amenazas de los grupos radicales.

Pero cosa curiosa, algunos elementos han ejercido su trabajo durante estos días pero con ropa de calle para pasar desapercibidos y no arriesgar su integridad.

Los jóvenes embozados llegaron al hemiciclo a pintar en las paredes un aviso  a la autoridad municipal: que será vengada la muerte de su compañero Salvador Olmos García, quien fuera atropellado por una patrulla de la policía municipal en la madrugada del domingo 26 de este mes.

Ante las amenazas por la muerte del colaborador de la radio local ñusabi, Salvador Olmos, el ayuntamiento municipal emitió un comunicado donde se informó que por los recientes acontecimientos se posponía la sesión ordinaria de cabildo, pues tradicionalmente se realiza los martes.

El contingente de anarcopunks ya no llegó al centro de la ciudad de Huajuapan, pues uno de sus objetivos era destruir el palacio municipal y algunas tiendas trasnacionales.

Ante el temor, muchas tiendas cerraron sus puertas, así como las del palacio municipal, no fuera a presentarse el chamuco.

Hay que recordar que estamos en Oaxaca, y sólo por eso, cualquiera puede bloquear calles, destrozar comercios, bancos, agredir periodistas y fotógrafos, arrojar bombas Molotov, mandar a cualquiera al hospital, y en fin, se puede destruir una ciudad completa y no pasa nada porque la impunidad es lo moderno es lo de hoy.

No cabe duda que vivir en Oaxaca, para unos es un verdadero martirio, y para otros una efectiva alegría.

 

Twitter: @horaciocorro

Facebook: Horacio Corro

horaciocorro@yahoo.com.mx

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